El Partido Popular, con carácter general, a través de
las comunidades autónomas en las gobiernan y especialmente desde la Comunidad
de Madrid, se ha marcado el asombroso objetivo de dejar en la cuneta a la
Sanidad Pública tal y como la hemos conocido desde hace lustros y hasta no hace
mucho.
La
Sanidad Pública parece ser, junto con las pensiones y la educación pública, la
bestia negra de todos los males que aquejan a nuestra economía. Parece ser que
el rebajar al mínimo las prestaciones que son pagadas con nuestros impuestos y
que, entre otras cosas, es el único mecanismo por el cual los ciudadanos vemos
reembolsada nuestra aportación a la “caja común”, es el único camino que se les
ocurre a los administradores, léase políticos, para llegar a cuadrar unas
cuentas que ellos mismos han sido los responsables de desequilibrar hasta el
punto de llevarnos a una banca rota virtual.
Pero
siguiendo con el asunto sanitario, decía que el Partido Popular está poniendo
todo su corazón para que su declive justifique el poner en manos privadas
nuestros dineros, para mejorar en eficiencia aquello que ellos mismos, por
desconocimiento e ineptitud, han llevado a una situación de depresión total.
En la
Comunidad de Madrid, el modo de operar, de los dirigentes del Partido Popular,
es tan sencillo como burdo y escandaloso. Es posible que la gestión de los
recursos públicos para darnos a los madrileños una sanidad de calidad, no ha
estado siendo la mejor, pero de ahí a que la solución pase por poner en manos
de empresas privadas esa gestión, es tan temerario como incomprensible. Por
otra parte es verdad que nuestra sanidad, gestionada por políticos (muchos de
ellos con un egoísmo visceral, babeante, ante la pasta que pueden llevar a sus
bolsillo, cuando pasen a formar parte de esas empresas a las que quieren
traspasarle nuestra sanidad), continuará ahondando la sima y obligará, llegado
el caso extremo, a cerrar lo que, aún hoy, ha sido ejemplo de prestación
sanitaria a nivel mundial.
No se
comprende como puede mejorar un sistema, en este caso el sanitario, si se le
recortan los presupuestos y adicionalmente se le lleva a un segundo recorte
motivado por los beneficios que la empresa, o las empresas que gestionan,
necesariamente deben realizar.
Nuestros
políticos, en este caso los del Partido Popular, son vagos por naturaleza, no
quieren comprometerse, en la mayoría de los casos por ineptitud, en mejorar las
prestaciones a la ciudadanía y ahora que la patata está podrida, quieren
pasársela a otras manos (en este caso privadas) para que intenten reencauzar
aquello que ellos llevaron al desastre.
Y
como nuestros políticos son vagos y quieren eludir responsabilidades (si las
cosas van a peor siempre tendrán a los adjudicatarios para echarles la culpa),
no se han parado a pensar que nuestro sistema sanitario dispone de gestores más
que capacitados para la administración de nuestros recursos de la manera más
adecuada para equilibrar las prestaciones que se nos ofrecen a la ciudadanía
con el presupuesto disponible. No está demás recordarle a los políticos, el
hecho de que la nefasta deriva en la que estamos se debe a la errónea decisión
de desplazar a los gestores profesionales, aquellos que aprobaron oposiciones,
para beneficiar a aficionados cuyo único mérito se basa en llevar en la boca el
carné del partido.
Así
pues, a los dirigentes del Partido Popular habría que recordarles la inmensa
cantidad de firmas que desde la llamada “marea blanca” se han recolectado y que están diciéndoles que se dejen de experimentos, que dejen que la sanidad
sea gestionada por empleados públicos, que dejen de pensar en darle beneficios
a “amiguetes” y “renegados” y que ellos, los políticos, olviden esas nefastas
prácticas que durante lustros han llevado a cabo, hipotecando lo que es de
todos, para satisfacer sus intereses cortoplacistas.
A los
empleados de esta Sanidad Pública, sanitarios, habría que pedirles mayor
compromiso, más responsabilidad, no desde el orden profesional que ya han
demostrado ser de los mejores del mundo, sino de la eficiencia, y de las buenas prácticas.
A los
otros empleados de esta Sanidad Pública, los administrativos y administradores,
habría que pedirles también mayor nivel de compromiso, mayor complicidad con
los usuarios, disposición para ganarse día a día el puesto de trabajo que
ocupan, demostración de ánimo y abandonamiento de esas expresiones cansinas que
tantas veces muestran.
A
todos los empleados de esta Sanidad Pública, sin excepciones, habría que
pedirles que abandones los tratos de favor hacia familiares y amigos, que no
“sustraigan” para su usos particulares los materiales que tanto dinero nos
cuesta comprar, que sean empleados ejemplares en un sistema sanitario ejemplar.
Los
ciudadanos, a través de nuestras firmas, nuestras manifestaciones en la calle y
nuestro apoyo a los empleados públicos, hemos apostado por continuar confiando
en un sistema que demostró ser ejemplar. Esperemos que se derritan los tapones
de cera de estos gestores aficionados y temporales, como Fernández-Lasquetty (anteriormente Lamelas,
Güemes, etc.), y que den marcha atrás en su empecinamiento de implantar un
modelo que en otros países ya demostró ser un auténtico fracaso.
Para finalizar, y como ejemplo del acoso al que se
está sometiendo a lo que es de todos, detallar la burda manipulación que desde
la consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid se realiza para desviar a
usuarios (o pacientes, como ellos nos llaman) a manos privadas: Usuarios de la
Sanidad Pública están recibiendo cartas o llamadas por teléfono para
comunicarles que, ante una prueba diagnóstica, una intervención quirúrgica,
etc., y debido a la lista de espera, para ser atendidos antes, serán derivados
a una entidad concertada. El rechazo de esta opción, y así se le hace saber al usuario por escrito u
oralmente, les implicará ser dados de baja para ser atendidos.
Hospitales de la red publica madrileña como son La
Paz, Ramón y Cajal, 12 de Octubre, Gregorio Marañón, se encuentran en estos
momentos con déficit de pacientes debido a la práctica antes descrita. No tiene
apenas lista de espera, es un claro síntoma del deseo de los políticos del
Partido Popular por acabar con lo que tanto tiempo nos costó conseguir.
Otro de los hechos que pone bajo sospecha las
prácticas defenestradoras que desde la consejería de Sanidad de la Comunidad de
Madrid se están implantando para la disolución de nuestros activos
sanitarios, es el hecho de que las pruebas diagnósticas realizadas en entidades
concertadas, al no contar con un protocolo homologado al que se lleva a cabo en
el sistema público, en un alto porcentaje, son inválidas y tiene que volver a
realizarse por no ofrecer los resultados esperados, entre estas pruebas se
encuentran electromiografías, ecografías, colonoscopias, etc.
J.C.