La poca vergüenza de la mayoría de los
políticos de nuestro país, España, ha quedado patente hoy, día uno de agosto de dos mil catorce, en una desvergonzada
comparecencia ante la prensa del presidente del gobierno Mariano Rajoy, el
autista.
Sinceramente, siendo el presidente del
gobierno de España, no sé para quien gobierna, sí tengo claro para quien no
gobierna: no gobierna para la mayoría, no gobierna para los ciudadanos (y
dentro de los ciudadanos hay empleados, empleadores, jubilados, parados,
minusválidos, superdotados y menosdotados).
Rajoy, el autista, está orgulloso del
trabajo que ha hecho y no comprende como no somos capaces de apreciar su buen
hacer, su milagro, su apisonadora, su estrujadora y su macabra visión de la
realidad por la que pasa un porcentaje muy alto de los moradores de este
maltrecho país en venta por dos escasos céntimos de euro.
El autista Rajoy, en su comparecencia de
hoy ha demostrado estar muy mal aconsejado, su triunfalismo, su necesidad de
que nadie afee lo que considera una actuación ejemplar en sus acciones de
gobierno, le ha llevado a pronunciar un discurso insensible, pobre, previsible,
despreciativo e irrespetuoso. Ahora bien, si su plática estaba dirigida a
banqueros, compañías eléctricas y de telecomunicaciones, especuladores, gestores
de fondos buitres, farmacéuticas, petroleras, y en general al dinero, dinero al
que rinden todos los honores y del cual, posiblemente, sólo reciba desprecio
por el comportamiento tan rastrero que demuestra para tenerlos contentos.
El discurso del que posiblemente ya sea
el peor de los peores presidentes del gobierno que hemos sufrido los españoles,
superando incluso a su antecesor, ha sido muy poco afortunado teniendo en
cuenta que:
· Rajoy tiene más parados de los que nunca
ha tenido España, fruto todo ello de la pornográfica apertura al despido libre.
· Rajoy tiene el mayor nivel de pobreza
infantil desde la posguerra. A que escandaloso grado de pobreza se ha llegado,
que gente de su gobierno ha tenido la imprudente osadía de querer censurar a
Cáritas.
· Rajoy, el feudalista, ha amparado la bajada de salarios en un país que
tiene los más bajos de Europa. Contratos basura, para aliviar artificialmente
las listas del paro, ha retrotraído el nivel del empleado a aquellos tristes
años en los que un trabajo a tiempo completo no te garantizaba una vida
independiente.
· Rajoy, el ecuánime, ha lanzado una brutal
presión fiscal a las clases medias y bajas, sus consecuencias se han hecho
patentes en los bajos niveles de consumo de la mayoría de los ciudadanos.
· Rajoy, el justiciero, ha limitado el
acceso a la justicia imponiendo unas tasas judiciales que son lo
suficientemente abusivas como para que cualquier persona con unos ingresos
medios prefiera olvidarse de la lenta y perezosa justicia española y aguantarse
con “su mala suerte”. Esta medida del que se cree un gran estadista, fomenta,
más que nunca le abuso, el robo, la extorsión, de empresas y de la propia
administración.
· Rajoy, el cría incultos, a través de su ministro de, mal llamada,
educación, ha conseguido generar una gran desconfianza en el futuro, con esa
ley de educación que a pocos ha convencido.
· Rajoy, banquero, ha entregado nuestros
dineros a una banca indecente gestionada por políticos que inexplicablemente,
son más honorables que el que roba una naranja.
· Rajoy, el católico, mantiene los dogmas
de su religión incumpliendo la Constitución y entrelazando, más si cabe, la
política y el catolicismo.
· Rajoy, el protector, ha impuesto, con sus
recortes, la desprotección de los más débiles, privándoles de sanidad y
servicios sociales. Reformas apresuradas implementadas a través de las
comunidades autónomas.
· Rajoy, el amigo de los corruptos, en sus
responsabilidades como jefe del partido del gobierno se ha mostrado incapaz de
expulsar del PP y del propio gobierno, a tanto sospechoso como tiene alrededor.
· Rajoy, el sordo, ha mostrado una torpeza
monumental en su capacidad de hacer política y se ha ganado el deshonroso honor
de ser el gobierno que menos ha dejado participar en las cuestiones de estado,
al resto de los representantes de los ciudadanos.
No voy a negar que este mediocre gobierno
tomó las riendas de España en una situación muy difícil, pero un gobierno
miope, cortoplacista, entregado a las instituciones internacionales y
desarbolado en todos los frentes, posiblemente sin pretenderlo, aunque no lo
parezca, se ha dejado llevar por aquellos a los que quiere, o quería agradar, y
ahora es demasiado tarde para gobernar para el bienestar de los electores en
lugar de para la avaricia del dinero.
España, cada vez estoy más convencido, ha
sido y continua siendo, después de Grecia, un experimento, un macabro
experimento que, recordando la actuación de sanguinarios fascistas del pasado,
quieren convertir el sur de Europa en un enorme campo de concentración al
servicio de los dueños de Europa. Rajoy, en mi percepción, es el brazo ejecutor
de esos entes dominantes.
JC