Sobre CRÓNICA DE MEDIOCRES

Lo he llamado Crónica de Mediocres porque creo que la mediocridad es una de las palabras que mejor definen el momento en el que vivimos. La vida pasa deprisa, las oportunidades también y entre ambas dos no hay tiempo para mejorar nada, es más, lo mejor penaliza, no se compra, la calidad se desprecia.

He elegido esta foto porque de alguna forma refleja lo antedicho, primero porque está algo borrosa, no se ve con claridad, y segundo porque para mi, esa araña es la representación de la mediocridad y su tela es el entramado en el que los mediocres caerán, caeremos, y desde la cual impedirá que escapemos, sólo unos pocos conseguirán salir, seamos nosotros.

Espero que os guste y para hacerlo más atractivo, podéis dejar vuestros comentarios picando en el título de cada entrada.

lunes, 25 de febrero de 2019

Crónica de Mediocres 86


La Empresa Fantasma (o el abuso en la subcontratación)

Es bien conocido, en el entorno de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC), que en España existen unos pocos cientos de empresas que a la sombra de otras (menos de 10 en el conjunto del territorio) de mayor poderío económico y con mas prestigio en el mercado, van subsistiendo, casi arrastradas y en una continua incertidumbre sobre a lo que en un próximo futuro tendrán que enfrentarse para, ya no solo mantenerse en el negocio, si no para no “desperdiciar” los pocos beneficios que hayan podido obtener durante esos cuantos años a la sombra de sus referentes, en pagar indemnizaciones a aquellos empleados que no hayan sido capaces de ilusionar al “capataz” y por lo que, en consecuencia, darán con sus huesos en la calle.

Así es la vida en la jungla TIC, grandes peces que en una falsa simbiosis, permiten que los deprimidos se alimenten de sus descamaciones y así obtener sensibles mejoras en sus márgenes de beneficio.

Si analizamos a los intervinientes, nos encontramos con al menos cuatro tipos diferentes de empresas, dos entre las “grandes” y otras dos entre las pequeñas. Intentaré describirlas a continuación:

En este Primer Grupo tenemos a las verdaderamente grandes, son aquellas compañías que conocen bien el negocio, durante años y años han ido retroalimentándose de sus propias experiencias para definir un marco de actuación y unas metodologías que mantienen en constante evolución, marcan “estilo” e influyen para el cambio. Su éxito, tanto en prestigio como económico, se sustenta en la calidad de sus propios profesionales, en el desarrollo de la innovación y en la inversión. Desde la alta dirección, sabiendo que su principal activo es el factor humano, se promociona la aportación de ideas desde cualquier estamento, no hay diferenciación en cuanto al nivel de experiencia, lo importante son las ideas. En este tipo de empresa la formación se establece como característica intrínseca de la propia compañía y sus profesionales son instruidos en el valor de lo que recibe el cliente y en altos índices de exigencia. En general, la recompensa se establece vía mérito y desempeño, la propia compañía fideliza al empleado y crea relaciones de larga duración, sin relegar a nadie a la transitoriedad. Sus directivos proceden de aquellos que una vez fueron sus propios aprendices. Más del 90% de su fuerza de trabajo es propia y la subcontratación es residual.

En el Segundo Grupo incluimos a aquellas empresas que manteniendo muchas de las características de las del Primer Grupo, la subcontratación de profesionales de terceras empresas, constituyen el grueso de su fuerza de trabajo. Por lo general estas empresas renuncian de alguna manera al prestigio en aras de alcanzar volumen de negocio, capacidad de facturación y diversificación del ingreso. En este tipo de empresas no se duda en sacrificar el beneficio de sus servicios profesionales dado que serán compensados por otro tipo de entregables con abultadísimos márgenes comerciales. La captación de profesionales se realiza “internalizando” al profesional los proveedores subcontratados. La compensación a sus propios empleados es sensiblemente superior a la que reciben los empleados subcontratados. Este tipo de empresas fomenta el empleo precario y se nutre de proveedores sumisos, normalmente despreocupados de cualquier tipo de gestión de recursos humanos.

El Tercer Grupo enmarca a aquellas empresas, por lo general pequeñas o medianas, que principalmente trabajan para las de los dos primeros grupos. Dispone de sus propios procedimientos para la gestión de las carreras de sus profesionales y se muestra exigente en ofrecer servicios de alta calidad. Este tipo de empresa está comprometida con sus empleados en base a un modelo de recompensa totalmente independiente de la relación contractual con su cliente, esto se traduce en bajos índices de rotación y en sentimiento de pertenencia y lealtad a la empresa que ayuda a modelar el futuro del individuo. Este tipo de empresas aspira, con total convencimiento, a pasar de ser una mera empresa subcontratada, a conseguir, con esfuerzo, calidad y tesón, contratos directos con el receptor final de sus servicios, eliminando intermediarios.

El Cuarto Grupo acoge a las empresas que utilizan a sus profesionales con el objetivo único del lucro. Este tipo de compañías no invierte, no innovan, no crean alianzas con sus propios empleados, éstos son para ellas puras transacciones económicas de mayor o menor rendimiento. Los empleados del Cuarto Grupo son aparcados en clientes para que estos dispongan de aquellos a su libre albedrío. Es común, entre empleados de estas empresas, escuchar que la realidad es que de esa compañía únicamente reciben la nómina; la dejación es tal que, hasta las casi inexistentes subidas salariales, las dejan en manos de la empresa cliente: “te subo la tarifa para que le subas el sueldo a menganita”. Las empresas encuadradas en este Cuarto Grupo son las que pueden denominarse “La Empresa Fantasma”.

La Empresa Fantasma tiene una serie de características en su ADN que la hacen inconfundible, como muestra se pueden identificar las siguientes:

·      Sus responsables no conocen el negocio de las TIC, son meros intermediarios
·  Ausencia casi total de contratos con los receptores finales del servicio que realizan sus empleados
·      La inmensa mayoría de sus empleados están subcontratados por compañías que si conocen el negocio de las TIC
·     Ausencia total de inversiones, excepto para comprar otras compañías que engrosen sus cifras de facturación
·      Ausencia de metodología para la gestión de las distintas áreas productivas de las TIC
·      Ausencia de equipamiento propio para sus empleados
·      Ausencia de procedimientos operativos para la gestión interna de la compañía
·      Desconocimiento por parte de sus empleados de los distintos negocios que componen y son desarrollados por la compañía
·      Falta de empatía y relación con sus empleados
·      Ausencia total de un modelo de negocio
·      Desarrollo reactivo del negocio, esperan al acercamiento de clientes potenciales
·      Aceptación de operaciones ruinosas y para evitar conflictos con el cliente
·  Genera precariedad en el empleo y no fomenta la complicidad entre el empleado y el empleador
·     Ante la finalización de un contrato, espera que voluntariamente “sus empleados” soliciten la baja para volver a ser contratados en el mismo puesto que venían desempeñando
·      Ausencia de responsabilidad social

Como conclusión podría decirse que La Empresa Fantasma existe a la sombra de otras empresas que, aún necesitándolos y para disminuir costes, evitan contratar personal. Como norma general, el empleado de La Empresa Fantasma cobra sensiblemente menos que el equivalente al empleado de la empresa cliente. La Empresa Fantasma es el paradigma de lo que en España ha venido llamándose “cesión ilegal de trabajadores”.

La degradación progresiva del empleo en el sector de las TIC hace imprescindible que sus profesionales eviten, en la medida de lo posible fomentar el negocio de empresas fantasmas, aspirando a ocupar puestos en compañías de los grupos primero al tercero.

JC  

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