Sobre CRÓNICA DE MEDIOCRES

Lo he llamado Crónica de Mediocres porque creo que la mediocridad es una de las palabras que mejor definen el momento en el que vivimos. La vida pasa deprisa, las oportunidades también y entre ambas dos no hay tiempo para mejorar nada, es más, lo mejor penaliza, no se compra, la calidad se desprecia.

He elegido esta foto porque de alguna forma refleja lo antedicho, primero porque está algo borrosa, no se ve con claridad, y segundo porque para mi, esa araña es la representación de la mediocridad y su tela es el entramado en el que los mediocres caerán, caeremos, y desde la cual impedirá que escapemos, sólo unos pocos conseguirán salir, seamos nosotros.

Espero que os guste y para hacerlo más atractivo, podéis dejar vuestros comentarios picando en el título de cada entrada.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Crónica de Mediocres 68



El Duro Golpe al Estado de Derecho

Desde pequeño, y esto hablando de hace ya bastantes años, me enseñaron que en esta vida, todo, absolutamente todo es replanteable. Aprendí que si en esta vida todo es replanteable, con más motivo, en democracia, cualquier asunto puede ser modificado, incluso la soberanía y el territorio.

Con esa premisa, la anteriormente expuesta, crecí y esa premisa es una de las que posiblemente nunca renegaré o traicionaré, creo que la necesito para convivir conmigo mismo y para respetar a la sociedad en la que vivo.

Es quizás por esa convicción por la que el día de ayer, 9 de noviembre, para mi fue un día triste. El estado de derecho, por una parte fue mancillado, por otra parte quien debería de haberlo protegido, lo dejó agonizar y se mostró pasivo y permisivo. España, lo he dicho muchas veces, véase esta “Crónica de Mediocres”, es un país no fiable, es un país poco honesto, no por sus gentes, que también, sino por sus gobiernos, indecisos, dejados, gobiernos que cambian las reglas del juego sobre la marcha sin pensar en respetar o pensar sobre las consecuencias que acarrea a nivel individual determinados cambios legislativos.

Ayer, en España, se produjo un hecho penoso y que evidencia falta de seriedad, legitimidad y confianza. Amparado por la irresponsable actitud del gobierno de una región española, Cataluña, se produjo una manifestación popular, ante la cual, como eso, manifestación popular, digo, chapó, y me quito (literalmente) el sombrero. Ayer vimos y debemos estar orgullos, una manifestación ciudadana, que quizás supere a la que se suscitó tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco.

Ahora bien, para mi, que pienso que todo en este mundo puede ser cuestionado, replanteado y postulado para el cambio, el estado de derecho quedó tocado, quedó tocado por un gobierno regional que realizó un acto ilegal, quedó tocado por un gobierno del estado que permitió que un gobierno regional realizase un acto ilegal y que por coherencia, el propio gobierno del estado se torna en cómplice del gobierno regional.

Cataluña tiene un problema económico, por propia ineptitud, y el gobierno regional ha querido transformarlo en un problema ciudadano. El gobierno de España, liderado por un autista, ha estado, como se suele decir, mareando la perdiz para finalmente no hacer nada. Finalmente, todos perdemos y todos perdemos porque el enfrentamiento civil al que estos dos ineptos gobiernos, nos han llevado, están dejando como estela un ánimo resentido que, como siempre, seremos los ciudadanos los que reconduciremos, limaremos y estableceremos un marco de convivencia que los ineptos políticos han sido incapaces de conseguir.

Ayer una parte de la sociedad catalana salió a la calle para expresar su querencia, otra parte, la gran mayoría, no participó en esa representación falsamente llamada democrática. Hoy este despropósito debe reconducirse, Cataluña forma parte de España, guste o no guste y debemos ser todos los españoles los que decidamos, esto debemos ampliarlo al País Vasco y posiblemente a Galicia y Canarias, se necesita que por una vez, y por todas, la sospecha de ruptura entre regiones hermanas quede disipada. Se debería promocionar un referéndum en el que todos nos manifestemos, que nos manifestemos sobre verdades objetivas y sobre las ventajas y consecuencias que el separatismo puede acarrear a ambas partes, creo, en mi humilde opinión, que esto ha faltado. Hay que ser más objetivo y menos catastrofistas, al final, el sentido común del ciudadano, mucho más constructivo que espurios intereses partidistas, prevalecerá; me gustaría verlo.

Bueno, para terminar, creo que hay que decir, y decirlo bien alto, que lo acontecido ayer en Cataluña, o más bien en Barcelona, no puede ser considerado como una consulta seria, sujeta a derecho y digna de ser tomada en cuenta. La total falta de garantías sobre su desarrollo debe de ser suficiente como para desconsiderar cualquier valor a tal “hazaña”. Falta de censo, exclusión de determinados colectivos, aceptación de otros colectivos que no podrían haber votado en otro tipo de consultas, campaña realizada desde un único vértice, etc.

El ejercicio de desvío de la atención que la Generalitat Catalana ha querido hacer con este acto, no ha borrado ni su propia ineptitud en la gestión de los recursos con los que, de acuerdo con la ley,  disponen para dar los servicios a sus ciudadanos, ni su propia miopía, al querer manipular la realidad a la que han llevado a la sociedad catalana.

JC

lunes, 3 de noviembre de 2014

Crónica de Mediocres 67


 
Lhardy: histórico cocido

Agradable, pasamos un momento muy agradable, comíamos un grupo de amig@s y el equipo de Lhardy se encargaba de que nos sintiésemos tan a gusto, que no teníamos ninguna prisa en irnos, casi dos horas y media allí estuvimos.

Desde el principio apreciamos que la cosa iba a ir muy bien, nos recibió un orondo portero que amablemente nos saludó, nos franqueó la entrada y nos indicó que debíamos de tomar la escalera que se abría a la izquierda y por la que deberíamos subir a la primera planta, ¡allá vamos!, dijimos.

Según alcanzamos la escalera, con una preciosa barandilla, sonó un timbrazo, chivatos me dije, llegábamos casi al primer piso cuando salieron a recibirnos, lo típico: nombre…, ¡ah sí!, por aquí. Seguimos los pasos de nuestro anfitrión y nos llevo a un pequeño salón, el japonés, apenas cinco mesas, la nuestra, éramos seis, creo que era la más grande, redonda, cómoda, con buenas sillas, bien vestida y dispuesta a recibir las viandas a las que estábamos deseando meterles el diente.

Enseguida nos trajeron una buenísimas aceitunas y unas cuantas nueces de mantequilla, además de unas croquetas de fina masa, para ir haciendo boca; que si les apetece un aperitivo, cerveza, vino, vermout, etc, y enseguida  nos tomaron la comanda, rápida y simple, cocido para casi todos, solamente uno de los comensales, por prescripción médica, prescindió del que puede ser el menú estrella de este afamadísimo restaurante. Pero como todo no es cocido en ese santuario, un minimalista panaché de verduras, en su punto, y unos chipirones en su tinta acompañados de un simple, pero excelentemente cocido, arroz blanco, fueron suficientes para consolar al que renunció a la sopa, los garbanzos y demás ingredientes de la más madrileña de las elaboraciones culinarias de la capital.

Bueno, que no he hablado de que la cubertería, vajilla, cristalería y demás elementos de sobremesa se encontraban en un muy buen estado de uso, el pan superior y, como si estuviésemos en pleno desierto, se nos sirvió agua, como signo de bienvenida.

Mientras se espera la llegada del suministro, se echa un vistazo a la sala, sin mucha fijación, ya que el que esto escribe no se precia de ser un minucioso observador cuando la decoración es el tema dominante. Sí puedo decir que nos encontrábamos en un comedor de época, iluminado por la luz que entraba desde un par de balcones y unas cuantas lámparas acordes con la antigüedad del lugar, una de ellas procedente o inspirada en las del lejano oriente. Decorado con elementos variados, el salón está bien conjuntado, nada sobrecargado y tanto los recubrimientos de las paredes como las cortinas y visillos que tamizan la luz exterior te retrotraen a las mansiones de esas películas costumbristas protagonizadas por gentes de clase medio alta.

Estábamos comentando acerca del lugar cuando llegó la primera parte del menú, la sopa del cocido, deliciosa, con sus fideos y picadillo de jamón, nada grasienta, sabrosa y apetecible, ninguno de los comensales repitió, la prudencia por lo que aún quedaba por venir, reprimía. Para continuar, garbanzos y carnes, de ave y de res, complementado con las rebanadas de pelota de carne y con salchichas. Los garbanzos en su punto justo de cocción y habiendo absorbido la sustancia que emana de tanto ingrediente. El plato quedó complementado con la verdura, concretamente repollo, chorizo, morcilla y tocino. Como acompañamiento nada mejor que vino, riojano para más señas.

El servicio excelente, agradables, muy positivos y haciendo que nos sintiésemos francamente bien, atentos a todos los detalles, sonrientes y preocupados para que no nos faltase lo más mínimo. Nada que ver con esos sitios en los que te atienden personas con la cara acartonada, inexpresiva y hasta ofensiva.

Con los postres sí que hubo unanimidad de grupo, los seis tomamos un soufflé que, todo hay que decirlo, nos fue ofrecido y fue aceptado al principio de la comida. Un postre ligero, necesario para ayudar a digerir la legumbre la verdura y las carnes: helado de vainilla sobre bizcocho y todo generosamente cubierto de merengue ligeramente tostado.

Para finalizar café e infusiones acompañados de trufas de chocolate, yemas y un digestivo, una comida redonda.

Repetiremos, sí, con total seguridad, uno de nosotros, en esta ocasión no pudo saborear el plato estrella y eso hay que corregirlo. ¿Volverá a fallar alguno de los comensales la próxima vez?, en su momento se vera.

JC

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