Sobre CRÓNICA DE MEDIOCRES

Lo he llamado Crónica de Mediocres porque creo que la mediocridad es una de las palabras que mejor definen el momento en el que vivimos. La vida pasa deprisa, las oportunidades también y entre ambas dos no hay tiempo para mejorar nada, es más, lo mejor penaliza, no se compra, la calidad se desprecia.

He elegido esta foto porque de alguna forma refleja lo antedicho, primero porque está algo borrosa, no se ve con claridad, y segundo porque para mi, esa araña es la representación de la mediocridad y su tela es el entramado en el que los mediocres caerán, caeremos, y desde la cual impedirá que escapemos, sólo unos pocos conseguirán salir, seamos nosotros.

Espero que os guste y para hacerlo más atractivo, podéis dejar vuestros comentarios picando en el título de cada entrada.

domingo, 19 de noviembre de 2017

Crónica de Mediocres 85


No reconozco a esa España

Vivo en un país, esta España, en el que una de sus señas de identidad es la destrucción. La destrucción nos encanta, aunque nos perjudique, lo importante es fastidiar a quien sea, a cuantos más mejor. Y sufrimos ese fastidio auto infringido con total satisfacción mientras podamos contabilizar a otros como perjudicados.

Entre los distintos gobiernos de España, alternativamente socialistas y populares, ha podido apreciarse ese signo de identidad español, que es el “fastidia todo lo que puedas”, el votante te lo agradecerá. Así se han comportado los gobiernos de España durante la etapa democrática, es más, como estaban justos de representación, sociatas y los descendientes directos del régimen franquista, dejaron el gobierno de España en manos de los nacionalistas,  vascos y catalanes, los designios del resto de la ciudadanía. Lustro tras lustro, alalimón, otorgaban privilegios a ambas comunidades para mantenerse en la poltrona.

Fue en esta última etapa del partido popular, el aglutinante de la extrema derecha española, cuando el autista Rajoy, escondiendo la cabeza bajo del ala, ignoro, o mejor dicho, no quiso afrontar al monstruo catalán alimentado durante los últimos cuarenta años. Eludir el problema, tener la ilusoria convicción de que el tiempo lo disolvería, ha sido la nefasta gestión de un individuo que ha brillado por su propia mediocridad y al que hay que reconocerle la capacidad de alinearse con los mediocres ciudadanos que, a pesar de las más que palpables muestras de corrupción, ha seguido dándoles soporte con sus votos.

Bueno, así es España. Lo que no llego a reconocer es a esa España que los separatistas catalanes, principalmente puigdemones, junqueras, roviras, tardás, rufianes, etc, pintan y proclaman a los siete vientos.

Vivo en un país, España, que desde hace lustros ha demostrado la capacidad para integrar a todos. Esta España integra hasta a quien quiere desintegrarla. Es por eso que me cuesta reconocer, por que no lo veo, a esa perversa España desde la cual algunos separatistas catalanes, incontinentes e irrespetuosos, proclaman falta de libertades.

Los españoles llevamos más de cuatro años soportando el estúpido discurso de aquellos que no quieren pertenecer a España, nadie les obliga a sentirse realizados en nuestro país, pero no por eso debemos de permitir que desprecien la querencia de la mayoría de la población, la unidad.

El último gobierno catalán ha despreciado la ley, la ha violado, ha querido generar una excluyente cataluña (sí en minúsculas) en la cual la mayoría integrista quería a la merced de una minoría violenta.

No reconozco a la España que pinta Puigdemont, tampoco reconozco a la España a la que le da miedo la libre expresión de sus ciudadanos, pero sí que me congratulo con una España que apoyándose en sus leyes, impide la imposición por las bravas de las tesis de una minoría.


JC

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