El
Duro Golpe al Estado de Derecho
Desde pequeño, y esto hablando de hace ya
bastantes años, me enseñaron que en esta vida, todo, absolutamente todo es
replanteable. Aprendí que si en esta vida todo es replanteable, con más motivo,
en democracia, cualquier asunto puede ser modificado, incluso la soberanía y el
territorio.
Con esa premisa, la anteriormente
expuesta, crecí y esa premisa es una de las que posiblemente nunca renegaré o
traicionaré, creo que la necesito para convivir conmigo mismo y para respetar a
la sociedad en la que vivo.
Es quizás por esa convicción por la que
el día de ayer, 9 de noviembre, para mi fue un día triste. El estado de
derecho, por una parte fue mancillado, por otra parte quien debería de haberlo
protegido, lo dejó agonizar y se mostró pasivo y permisivo. España, lo he dicho
muchas veces, véase esta “Crónica de Mediocres”, es un país no fiable, es un
país poco honesto, no por sus gentes, que también, sino por sus gobiernos, indecisos,
dejados, gobiernos que cambian las reglas del juego sobre la marcha sin pensar
en respetar o pensar sobre las consecuencias que acarrea a nivel individual
determinados cambios legislativos.
Ayer, en España, se produjo un hecho
penoso y que evidencia falta de seriedad, legitimidad y confianza. Amparado por
la irresponsable actitud del gobierno de una región española, Cataluña, se
produjo una manifestación popular, ante la cual, como eso, manifestación
popular, digo, chapó, y me quito (literalmente) el sombrero. Ayer vimos y
debemos estar orgullos, una manifestación ciudadana, que quizás supere a la que
se suscitó tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco.
Ahora bien, para mi, que pienso que todo
en este mundo puede ser cuestionado, replanteado y postulado para el cambio, el
estado de derecho quedó tocado, quedó tocado por un gobierno regional que
realizó un acto ilegal, quedó tocado por un gobierno del estado que permitió
que un gobierno regional realizase un acto ilegal y que por coherencia, el propio
gobierno del estado se torna en cómplice del gobierno regional.
Cataluña tiene un problema económico, por
propia ineptitud, y el gobierno regional ha querido transformarlo en un
problema ciudadano. El gobierno de España, liderado por un autista, ha estado,
como se suele decir, mareando la perdiz para finalmente no hacer nada.
Finalmente, todos perdemos y todos perdemos porque el enfrentamiento civil al
que estos dos ineptos gobiernos, nos han llevado, están dejando como estela un
ánimo resentido que, como siempre, seremos los ciudadanos los que
reconduciremos, limaremos y estableceremos un marco de convivencia que los
ineptos políticos han sido incapaces de conseguir.
Ayer una parte de la sociedad catalana
salió a la calle para expresar su querencia, otra parte, la gran mayoría, no
participó en esa representación falsamente llamada democrática. Hoy este
despropósito debe reconducirse, Cataluña forma parte de España, guste o no
guste y debemos ser todos los españoles los que decidamos, esto debemos ampliarlo
al País Vasco y posiblemente a Galicia y Canarias, se necesita que por una vez,
y por todas, la sospecha de ruptura entre regiones hermanas quede disipada. Se
debería promocionar un referéndum en el que todos nos manifestemos, que nos
manifestemos sobre verdades objetivas y sobre las ventajas y consecuencias que
el separatismo puede acarrear a ambas partes, creo, en mi humilde opinión, que
esto ha faltado. Hay que ser más objetivo y menos catastrofistas, al final, el
sentido común del ciudadano, mucho más constructivo que espurios intereses partidistas,
prevalecerá; me gustaría verlo.
Bueno, para terminar, creo que hay que
decir, y decirlo bien alto, que lo acontecido ayer en Cataluña, o más bien en
Barcelona, no puede ser considerado como una consulta seria, sujeta a derecho y
digna de ser tomada en cuenta. La total falta de garantías sobre su desarrollo
debe de ser suficiente como para desconsiderar cualquier valor a tal “hazaña”.
Falta de censo, exclusión de determinados colectivos, aceptación de otros
colectivos que no podrían haber votado en otro tipo de consultas, campaña
realizada desde un único vértice, etc.
El ejercicio de desvío de la atención que
la Generalitat Catalana ha querido hacer con este acto, no ha borrado ni su
propia ineptitud en la gestión de los recursos con los que, de acuerdo con la
ley, disponen para dar los servicios a sus
ciudadanos, ni su propia miopía, al querer manipular la realidad a la que han
llevado a la sociedad catalana.
JC
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