Sobre CRÓNICA DE MEDIOCRES

Lo he llamado Crónica de Mediocres porque creo que la mediocridad es una de las palabras que mejor definen el momento en el que vivimos. La vida pasa deprisa, las oportunidades también y entre ambas dos no hay tiempo para mejorar nada, es más, lo mejor penaliza, no se compra, la calidad se desprecia.

He elegido esta foto porque de alguna forma refleja lo antedicho, primero porque está algo borrosa, no se ve con claridad, y segundo porque para mi, esa araña es la representación de la mediocridad y su tela es el entramado en el que los mediocres caerán, caeremos, y desde la cual impedirá que escapemos, sólo unos pocos conseguirán salir, seamos nosotros.

Espero que os guste y para hacerlo más atractivo, podéis dejar vuestros comentarios picando en el título de cada entrada.

viernes, 11 de diciembre de 2020

Crónica de Mediocres 94

Hospital La Paz – Planta Diagonal - Habitación 719: La Cámara de los Horrores

Escrito entre el 5 y el 15 de abril de 2020

A todas las personas que, por el motivo que sea, lean esta triste Crónica de Mediocres 94, les informo de que los hechos que se relatan a continuación sucedieron en Madrid, entre los días 17 y 26 de marzo del año 2020, año de la pandemia, en el Hospital Universitario La Paz, en su edificio General y en la habitación 719 de la planta 7ª Diagonal.

Los protagonistas de esta historia son:
  • Daisy y Carme, “las sometidas”.
  • Alguna doctora, personal de enfermería, auxiliares de enfermería, personal de limpieza y celadores, “los verdugos”
  • Dos enfermeras, “las correctas”
  • Dos médicos, “los majos”
Las sometidas son personas a las que se les ha confirmado, horas antes, estar infectadas por el SARS-CoV-2 y, por lo tanto, sufrir la Covid-19.

Antes de continuar se hace necesario insistir en que lo aquí se leerá son hechos acaecidos en una concreta habitación de hospital y durante unas fechas determinadas. El narrador de este relato quiere mostrar su reconocimiento a los miles de profesionales sanitarios que desde el inicio de la pandemia han desarrollado su trabajo con la disposición más honesta, dando apoyo y cariño a las personas cuyos cuerpos, para su desgracia, han sido objeto de colonización por el virus. A tod@s ell@s mi más sincero reconocimiento.

Continuamos. 

LA BIENVENIDA

Es el día 17 de marzo y la noche ya ha comenzado, Daisy, junto con un joven igualmente “coronado”, llega a la 7ª planta diagonal del edificio principal de La Paz, aquí hace su aparición la primera “verduga”, una persona desagradable, carente de educación, que increpa a los celadores que trasladan a los enfermos para el ingreso, exigiéndoles “que no lleven a más gente porque esa planta acaban de abrirla y ya está casi llena”. La cosa parece que no comienza bien.

Es el momento en el que Daisy y su joven compañero de virus se separen, Daisy es encaminada a “La Cámara de los Horrores”, la hostil habitación 719. En ella, ya instalada, está Carme, una señora mayor que Daisy y de la que inmediatamente aprecia que tiene serías dificultades para moverse por ella misma. Es la hora de la cena, pero, para Daisy no hay bandeja, llegó tarde, es castigada con un vaso de leche y galletas. 

Carme pide agua, pide una botellita de agua para tenerla en la mesilla y poder beber sin moverse de la cama, aquí aparecen más verdugos que en tono despectivo le informan de que no hay agua en botella, que el agua está en el grifo. 

La habitación 719 es una “lujosa suite” con aseo y ducha, ¡la única de la planta!, pero para que sus moradoras no se sientan unas privilegiadas las personas alojadas en otras habitaciones, tienen que sufrir la carencia de espacio que supone instalar dos camas en una habitación que inicialmente era para una sola. La atmosfera, el espacio vital, el ruido del oxígeno, hacen asfixiante la permanencia en la estancia.

Para dar información de contexto diré que la planta 7ª diagonal del edificio general del hospital La Paz, es un espacio recién abierto, después de años cerrado, el mobiliario de la habitación 719 es viejo y roñoso además de oxidado, las camas igualmente, la ventana es traspasada por el viento y hace que sea muy desagradable para la usuaria de la cama que está al lado. La maldita pandemia obliga a no dejar ni un solo espacio sin utilizar, es palmaria la prisa con la que se están achicando las urgencias.

Más datos de contexto:
  • El 17 de marzo fue martes, la habitación 719 y su baño, no fueron limpiados hasta el sábado 21 y hasta el 26 de marzo, sólo la limpiaron dos veces mas, es decir, una limpieza cada tres días, y estamos hablando de un hospital y de una enfermedad altamente contagiosa.
  • Las comidas: durante los nueve días no hubo un horario estable, se podía desayunar a las 9 o a las 10:30 de la mañana, la misma falta de planificación para los almuerzos, meriendas y cenas. 
  • El alimento envasado, frío, parecía improvisado, sin control (intolerancias, alergias, etc.). Aquí, como en otros tiempos en La Paz, no se podía elegir, rancho del malo.
  • Ropa de cama, pijamas y/o camisones, toallas, en muchos casos casi desintegrados. O las enfermas estaban pendientes o se quedaban sin reemplazos, los auxiliares de enfermería intratables, rozando en lo macarra. 
  • El personal, gente zafia en su mayoría, “los verdugos”, faltos de empatía, malhumorados, con aparente falta de experiencia, bien por noveles bien por llevar mucho tiempo sin enfrentarse a la sanidad hospitalaria, banderilleros en lugar de profesionales de la jeringa.
Y en ese ambiente sobrevivieron Carme y Daisy, durante nueve días la segunda y no se sabe cuantos más la primera.

LA ESTANCIA

Estamos hablando de dos personas con una enfermedad grave, que en sus mentes están sufriendo experiencias cercanas a la muerte, que están encerradas en una habitación angosta, que precisan oxígeno para sobrevivir, que no pueden estar acompañadas de alguno de sus seres queridos y que están siendo tratadas, mejor dicho, maltratadas por todo el que entra en esa habitación, con la única excepción de dos médicos (en masculino) y dos enfermeras.

La organización de los trabajos del personal sanitario y de limpieza, cuando tocaba limpieza, era bien simple: ya que tenemos que entrar, vamos todos juntos, corremos y nos largamos. Esto provoca situaciones en las que tienes el desayuno, la comida, la cena y te están diciendo, siempre de malos modos, ¡que te pongas la mascarilla!, ¡pero si tengo que comer! Y al comer, tienes que hacerlo mientras que a tu compañera de habitación, a un metro escaso de ti, la están limpiando, cambiando el pañal (que se lo pusieron por no querer acompañarla al baño cuando lo necesitaba) o vaciando el orín recogido por estar sondada. 

En “la cámara de los horrores”, el personal de enfermería, salvo “las correctas” tiraban al suelo, y no recogían, los desechos de su trabajo (costumbre muy española pero que ya fue erradicada, afortunadamente, incluso en el metro). Las palabras “por favor”, “gracias”, “buenos días/tardes/noche” no se oían, salvo que las pronunciasen “las sometidas”, “las correctas” o “los majos”. El imperativo era el único tiempo verbal conocido por “los verdugos”.

Las únicas muestras de cariño recibidas por “las sometidas” vinieron de “los majos”, estos dos médicos, fueron las únicas personas que aliviaron a Carme cambiándola de postura en la cama, ante la imposibilidad de hacerlo por ella misma. ¡Cuantas lágrimas silenciosas de Carme presenció Daisy! 

La educación, entre las personas que durante nueve días entraron en la habitación 719, solamente se apreció en “los majos” y “las correctas”, el resto del personal parecía carecer de escrúpulos, sensibilidad y dignidad.

LA DESPEDIDA

En el momento de darle el alta a Daisy y en el control de planta, una “verduga” da instrucciones a la celadora para que le entregue “al marido de Daisy” el informe de alta del hospital. La falta de respeto es monumental, todavía existen sanitarios que ignoran que la información relativa al paciente es propiedad exclusiva del propio paciente, no de sus familiares. 

Otro hecho penoso con respecto del alta ha sido la total ausencia de despedida, nadie, ni “majos”, “correctas” o “verdugos”, obsequiaron a Daisy con un “que te vaya bien”, “que te recuperes pronto” o algo similar.

HECHOS

Se enumeran a continuación algunos ejemplos de conductas y procederes de los que fueron testigos mudos las paredes de “la cámara de los horrores”:

El primer día, Carme necesita oxígeno, el mozo que ha acudido para ponérselo es incapaz de hacerlo, no sabe, y Carme se asfixia, como se asfixia, grita y grita: ¡qué me ahogo! Y pide ¡socorro!, alguien oye la llamada y entra en la habitación, tomando mínimas precauciones asiste a Carme dándole el oxígeno que necesitaba, su salvadora sale de la habitación y desde afuera llegan las palabras “que sea la última vez que haces eso”, ¡pero es que se asfixiaba!, a lo que alguien responde, “da igual, lo primero somos nosotras”

Carme tiene dificultad para moverse, está sentada en la butaca, “los verdugos” le dicen que a la cama o que si no tendrá que estar en el sillón varias horas hasta que pase la siguiente ronda. ¡Cómo lloraba Carme!

A Daisy le duele la cabeza, solicita un analgésico, desde la puerta “los verdugos” le dicen que se lo llevarán cuando pase la ronda, a lo que Daisy pide por favor que le den algo para el dolor, la respuesta fue “yo no pienso entrar, si lo quieres te lo tiro por el suelo” Daisy tuvo que aguantarse con el dolor hasta que paso la ronda.

Daisy, desde su entrada en el hospital insiste en que necesita protector gástrico para soportar las medicinas, una noche, ante el dolor tan fuerte de estómago que tiene solicita ayuda, “los verdugos” le dicen que cuando pase la ronda la atenderán, insiste y no le hacen caso, finalmente Daisy exige la presencia de un médico, uno de ellos va a la habitación y desde la puerta la atiende. Le prescribe protector gástrico inmediato, sin esperar a la ronda. “Los verdugos”, se confirman como auténticos maltratadores de las personas a las que deberían cuidar y generarles bienestar y confianza para facilitar una recuperación más rápida.

“Los verdugos” no facilitaron agua embotellada hasta el sábado, cinco días después de la primera petición de Carme. Le llevan una botella de 1,5 litros, Carme, que es una persona muy voluminosa, solicita que por favor le lleven una botella pequeña, “los verdugos” nunca se la llevaron. Aunque parezca increíble, el volumen de Carme y sus dificultades de movimiento, le impedían manejar con soltura esa botella tan grande.

Daisy, ante el maltrato recibido por parte de “los verdugos”, llama la atención a uno de ellos por falta de respeto y educación al dirigirse a ella. La disculpa del “verdugo” fue que estaban trabajando bajo mucha presión. Daisy tuvo que recordarle al “verdugo” que ella estaba aquejada de una enfermedad grave, que no sabía si viviría y que no era merecedora de ese maltrato. 

Daisy, desde que ingreso en planta necesito oxígeno para respirar, según la información que las doctoras y doctores iban pasando a su familiar, el alta de Daisy dependería de la no dependencia del oxígeno. A Daisy le dicen que tienen que darle el alta porque hay otras personas que están peor que ella y que necesitan su cama. Que no van a proporcionarle una máquina de oxigeno porque no hay.

El día del alta por la mañana, una “verduga” le informa de que le van a dar el alta, Daisy se extraña porque depende del oxígeno y la “verduga” le dice que se lo va a quitar porque no lo necesita, había estado toda la noche con el oxígeno y la enfermera de la noche incluso tuvo que subir el caudal. A Daisy le dio un ataque de pánico al ver que querían quitarle el oxígeno, estuvo conectada al oxígeno hasta el mismo momento en el que otro “verdugo” fue a buscarla para llevarla a la puerta del hospital. Cuando Daisy llegó a casa tenía una saturación de oxígeno del 91%, su marido había comprado un generador de oxígeno y pudo pasar los primeros días hasta que fue capaz de respirar por si misma.

La información del informe de alta de Daisy falta a la verdad, se puede leer que lleva 24 horas sin oxígeno cuando la realidad es que es desconectada del oxígeno inmediatamente antes de darle el alta. Otro error apreciado en el informe del alta es relativo a la fiebre, la falta de fiebre se observa en realidad 2 días después del indicado por el médico firmante.

FINALIZANDO

En el momento de escribir esta Crónica, Daisy se va recuperando satisfactoriamente de la agresión física sufrida por la CoViD-19. Carme continúo ingresada en “la cámara de los horrores” después del alta de Daisy sin que tengamos conocimiento de su estado actual.

Al autor de la crónica le gustaría agregar que los perjuicios ocasionados por estos bucaneros de la sanidad, “los verdugos”, pueden y deberían haber sido detectados por las supuestas oficinas de vigilancia deontológicas que deberían estar velando por el bienestar del paciente. El cronista, durante las fechas en las que se produjeron los hechos, solicitó a Daisy su autorización para actuar e intentar frenar las vejaciones a las que estaban siendo sometidas las inquilinas de la habitación 719, pero la prudencia de la interesada y el temor a acciones más denigrantes, la hicieron denegar esa autorización. 

Por otra parte, el cronista informó al médico de la planta, en varias de la llamadas que intercambiaron, de la falta de respeto y educación que mostraban “los verdugos”, pero no se observó ningún tipo de rectificación en las actitudes zafias de aquellos.

Estos fueron los acontecimientos, las valoraciones quedan para lo que a cada cual le hayan parecido.

JC


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