Las desgracias, sean de la naturaleza que sean, dejan
al descubierto la mezquindad de los políticos y sobre todo de los que ostentan
temporalmente el poder; en Madrid, este largo fin de semana hemos podido
comprobarlo. Cuatro personas muertas en una instalación del ayuntamiento que no
disponía de licencia de apertura dice muy poco de un consistorio que estamos
hartos de que haga la “vista gorda” en la inmensidad de infracciones que en
este pueblo, el mayor de España, pero pueblo al fin y al cabo, que diariamente
se cometen por la inhibición de los responsables municipales, su alcaldesa, de
rebote, incluida.
Madrid es un paraíso, aquí puedes hacer lo que te dé
la gana, no hay límites, es una ciudad abierta en todos los sentidos, las
puertas están de par en par, franqueables en todo momento para lo bueno y para
lo malo. Y en lo que respecta a esto último, lo malo, el municipio, sus
administradores, políticos y funcionarios, hacen gala de una falta de
responsabilidad monumental; es tremendo dar una vuelta por cualquier parte de
esta ciudad y comprobar como hora tras hora, día tras día y año tras año, las
infracciones, las mismas infracciones se repiten una y otra vez, a las 12 de la
mañana o a las 12 de la noche.
Un día cualquiera en un barrio cualquiera puedes ver
como los fruteros apilan sus mercancías y dejan sus desperdicios durante horas
a las puertas de sus establecimientos, como las calles están inundadas de
vehículos aparcados en doble o triple fila, en las aceras, en los vados.
También puedes ver como cientos de personas hurgan en las basuras intentando
encontrar algo que les permita ganar unos céntimos y dejar las calles llenas de
porquerías, asimismo es común encontrarse con personas que están vendiendo
mercancías ilegales como puede ser tabaco, dvds, bolsos y ropas de imitación.
Habitual es también, encontrarte con mendigos, muchos mendigos algunos de los
cuales utilizan a menores de edad, cosa totalmente prohibida, para llenar los
bolsillos de lo que la leyenda urbana dice que son las mafias de los
pordioseros rumanos, y podría seguir escribiendo ejemplos durante un par de
años, pero voy a cortar aquí para no aburrir. Pero todo esto que he enumerado,
no sólo lo veo yo y mi vecino, los municipales lo ven, pero no actúan, no
impiden la infracción y ya se sabe, cuando algo no se impide es como si se
fomentase.
Bueno, todo esto venía para concluir que, si en algo
tan evidente como lo que ocurre en las calles y que es archiconocido por los
gestores públicos del ayuntamiento, no se ponen los medios para evitarlo y a
ser posible eliminarlo, que se estará permitiendo desde los despachos y de lo
cual nosotros no nos enteramos hasta que no ocurren desgracias como la acaecida
durante la noche del treinta y uno de octubre al uno de noviembre.
Al parecer ya en 2006 un informe de la policía
advertía de que el Madrid Arena no tenía licencia de apertura y que por lo
tanto cualquier actividad desarrollada en ese recinto carecía de legitimidad.
Hoy tenemos a cuatro jóvenes mujeres muertas por la indecencia del todo vale y
el ayuntamiento del pueblo más grande España, todavía dice que los recintos de
propiedad municipal no necesitan licencias. La desvergüenza no puede ser mayor,
y luego dicen que no hay dobles raseros, que todos nos debemos a las leyes,
regulaciones, ordenanzas, etc.
Vivimos en la época de la gran estafa, la que los
ciudadanos estamos permitiendo, la que los administradores nos cuelan cada vez
que pueden y la que los políticos descaradamente consienten para su propio
beneficio. No nos dejemos estafar más, plantémosle cara a estos impresentables,
estas cuatro chicas merecen que salgamos de nuestra letargo y que, como dice el
dicho, vayamos “a por ellos, que son pocos y cobardes”.
JC
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios podrían estar sujetos a moderador. Se agredecería que no fuesen anónimos.