Sobre CRÓNICA DE MEDIOCRES

Lo he llamado Crónica de Mediocres porque creo que la mediocridad es una de las palabras que mejor definen el momento en el que vivimos. La vida pasa deprisa, las oportunidades también y entre ambas dos no hay tiempo para mejorar nada, es más, lo mejor penaliza, no se compra, la calidad se desprecia.

He elegido esta foto porque de alguna forma refleja lo antedicho, primero porque está algo borrosa, no se ve con claridad, y segundo porque para mi, esa araña es la representación de la mediocridad y su tela es el entramado en el que los mediocres caerán, caeremos, y desde la cual impedirá que escapemos, sólo unos pocos conseguirán salir, seamos nosotros.

Espero que os guste y para hacerlo más atractivo, podéis dejar vuestros comentarios picando en el título de cada entrada.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Crónica de Mediocres 32


Las desgracias, sean de la naturaleza que sean, dejan al descubierto la mezquindad de los políticos y sobre todo de los que ostentan temporalmente el poder; en Madrid, este largo fin de semana hemos podido comprobarlo. Cuatro personas muertas en una instalación del ayuntamiento que no disponía de licencia de apertura dice muy poco de un consistorio que estamos hartos de que haga la “vista gorda” en la inmensidad de infracciones que en este pueblo, el mayor de España, pero pueblo al fin y al cabo, que diariamente se cometen por la inhibición de los responsables municipales, su alcaldesa, de rebote, incluida.

Madrid es un paraíso, aquí puedes hacer lo que te dé la gana, no hay límites, es una ciudad abierta en todos los sentidos, las puertas están de par en par, franqueables en todo momento para lo bueno y para lo malo. Y en lo que respecta a esto último, lo malo, el municipio, sus administradores, políticos y funcionarios, hacen gala de una falta de responsabilidad monumental; es tremendo dar una vuelta por cualquier parte de esta ciudad y comprobar como hora tras hora, día tras día y año tras año, las infracciones, las mismas infracciones se repiten una y otra vez, a las 12 de la mañana o a las 12 de la noche.

Un día cualquiera en un barrio cualquiera puedes ver como los fruteros apilan sus mercancías y dejan sus desperdicios durante horas a las puertas de sus establecimientos, como las calles están inundadas de vehículos aparcados en doble o triple fila, en las aceras, en los vados. También puedes ver como cientos de personas hurgan en las basuras intentando encontrar algo que les permita ganar unos céntimos y dejar las calles llenas de porquerías, asimismo es común encontrarse con personas que están vendiendo mercancías ilegales como puede ser tabaco, dvds, bolsos y ropas de imitación. Habitual es también, encontrarte con mendigos, muchos mendigos algunos de los cuales utilizan a menores de edad, cosa totalmente prohibida, para llenar los bolsillos de lo que la leyenda urbana dice que son las mafias de los pordioseros rumanos, y podría seguir escribiendo ejemplos durante un par de años, pero voy a cortar aquí para no aburrir. Pero todo esto que he enumerado, no sólo lo veo yo y mi vecino, los municipales lo ven, pero no actúan, no impiden la infracción y ya se sabe, cuando algo no se impide es como si se fomentase.

Bueno, todo esto venía para concluir que, si en algo tan evidente como lo que ocurre en las calles y que es archiconocido por los gestores públicos del ayuntamiento, no se ponen los medios para evitarlo y a ser posible eliminarlo, que se estará permitiendo desde los despachos y de lo cual nosotros no nos enteramos hasta que no ocurren desgracias como la acaecida durante la noche del treinta y uno de octubre al uno de noviembre.

Al parecer ya en 2006 un informe de la policía advertía de que el Madrid Arena no tenía licencia de apertura y que por lo tanto cualquier actividad desarrollada en ese recinto carecía de legitimidad. Hoy tenemos a cuatro jóvenes mujeres muertas por la indecencia del todo vale y el ayuntamiento del pueblo más grande España, todavía dice que los recintos de propiedad municipal no necesitan licencias. La desvergüenza no puede ser mayor, y luego dicen que no hay dobles raseros, que todos nos debemos a las leyes, regulaciones, ordenanzas, etc.

Vivimos en la época de la gran estafa, la que los ciudadanos estamos permitiendo, la que los administradores nos cuelan cada vez que pueden y la que los políticos descaradamente consienten para su propio beneficio. No nos dejemos estafar más, plantémosle cara a estos impresentables, estas cuatro chicas merecen que salgamos de nuestra letargo y que, como dice el dicho, vayamos “a por ellos, que son pocos y cobardes”.

JC

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