Sobre CRÓNICA DE MEDIOCRES

Lo he llamado Crónica de Mediocres porque creo que la mediocridad es una de las palabras que mejor definen el momento en el que vivimos. La vida pasa deprisa, las oportunidades también y entre ambas dos no hay tiempo para mejorar nada, es más, lo mejor penaliza, no se compra, la calidad se desprecia.

He elegido esta foto porque de alguna forma refleja lo antedicho, primero porque está algo borrosa, no se ve con claridad, y segundo porque para mi, esa araña es la representación de la mediocridad y su tela es el entramado en el que los mediocres caerán, caeremos, y desde la cual impedirá que escapemos, sólo unos pocos conseguirán salir, seamos nosotros.

Espero que os guste y para hacerlo más atractivo, podéis dejar vuestros comentarios picando en el título de cada entrada.

martes, 2 de abril de 2013

Crónica de Mediocres 39

Los franceses generalmente son un pueblo que no me inspira, es mas, quizá por aquello de su estereotipo chovinista y por el hecho de la poca ayuda que en el pasado España ha recibido de ellos, me parecen antipáticos. Pero hay actitudes del vecino del norte que merecen mi admiración y que me gustaría que los españoles copiásemos de ellos. No puedo decir, ya que no tengo mucho conocimiento del pueblo francés, que lo que voy a escribir a continuación, sea una marca de la identidad del francés, pero como da la casualidad de que esto lo he oído o leído de ciudadanos de aquél país y lo echo de menos entre mis conciudadanos,  se me ocurre que podríamos imitarlos.

En la década de los ochenta leí un artículo, no recuerdo en qué periódico, en el que se entrevistaba a funcionarios de muchos países europeos. Eran funcionarios, digamos normales, lo que aquí conocemos como “curritos”, entre los entrevistados no había mandos. Una de las preguntas que le hacían a estos empleados públicos era algo así como ¿por qué ha querido usted ser funcionario?, la respuesta que más me impresionó fue la de la funcionaria francesa. Esa señora explicaba como, a pesar de perder dinero en relación con la empresa privada, la satisfacción de ayudar a sus conciudadanos desde una oficina gubernamental, había sido algo que siempre le había atraído, su trabajo le daba la oportunidad de hacerle la vida un poco más fácil a la gente que se acercaba a su ventanilla. Destacaba también esa señora el hecho de que con lo que cobraba tenía suficiente para desarrollar la vida que ella deseaba para si misma.

Otro caso venido del país vecino que me ha llamado la atención ha sido el que afecta al ex ministro de Presupuesto, Jérôme Cahuzac. Este señor se pasó tres meses negando que tenía una cuenta secreta en Suiza y finalmente dimitió porque tuvo conocimiento de que la fiscalía lo consideraba sospechoso de blanqueo de capitales, fraude fiscal y de haber cobrado fondos ilegales de la industria farmacéutica. Pues bien, hoy 2 de abril de 2013, el exministro ha admitido que mintió al presidente Hollande, al fisco y que sí, que efectivamente tuvo una cuenta en Suiza, también ha declarado que se enfrentará a su futuro sin problemas. Por su parte el presidente Hollande, sin ambages, ha declarado que la actuación de su ministro ha sido un “fallo moral imperdonable”.  ¿Por qué en España los corruptos se muestran tan cobardes y no admiten sus errores?

Por último, otra de las cosas que me gusta de los galos es su orgullo, no hablo de chovinismo, entre el orgullo patrio y el chovinismo hay una gran distancia. Los franceses se unen en lo que afecta al interés general, o lo que es lo mismo, cuando hay algo que va a beneficiar a todos, no tienen dudas de lo que tienen que hacer, arrimar el hombro y empujar todos en el mismo sentido para alcanzar lo que se proponen. El sentimiento colectivo está por encima del egoísmo personal y pernicioso. Me gustaría que en mi país siguiésemos un modelo similar, que aunásemos fuerzas e ideas a través de nuestra gran capacidad con el fin de superar todas esas diferencias que nos mantienen en el profundo hoyo de las diversas crisis que sufrimos. Me gustaría que nuestros políticos, esos a los que tanto les gusta decir que nos representan, tomasen su misión con seriedad, pensando en el bienestar del ciudadano, olvidando las rivalidades partidistas, haciendo frente común para que desde la unidad, disminuyan el nivel de tensión que transmiten a la sociedad, que se acerquen a los administrados (que palabra más pasiva) y que sean capaces de ver cual es la verdadera aportación que deben hacernos para mejorar día a día la convivencia en nuestra España. Me gustaría que nuestros políticos, todos, nos preguntasen ¿qué necesitáis? En lugar de darnos lo que ellos creen que necesitamos.

JC

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