Sobre CRÓNICA DE MEDIOCRES

Lo he llamado Crónica de Mediocres porque creo que la mediocridad es una de las palabras que mejor definen el momento en el que vivimos. La vida pasa deprisa, las oportunidades también y entre ambas dos no hay tiempo para mejorar nada, es más, lo mejor penaliza, no se compra, la calidad se desprecia.

He elegido esta foto porque de alguna forma refleja lo antedicho, primero porque está algo borrosa, no se ve con claridad, y segundo porque para mi, esa araña es la representación de la mediocridad y su tela es el entramado en el que los mediocres caerán, caeremos, y desde la cual impedirá que escapemos, sólo unos pocos conseguirán salir, seamos nosotros.

Espero que os guste y para hacerlo más atractivo, podéis dejar vuestros comentarios picando en el título de cada entrada.

domingo, 29 de diciembre de 2013

Crónica de Mediocres 50


La Justa Representación

El sistema democrático por el cual los representantes del pueblo son elegidos otorga legitimidad a aquellos que, digámoslo de una forma amable, son agraciados desde su propio partido político haciéndoles el favor de incluirles en sus listas electorales. Es muy común ver como sus señorías apelan a la sagrada voluntad popular para retroalimentarse en la creencia de que los ciudadanos, debido a sus propios méritos, les han otorgado la honorable misión de representarles.

Hoy aquí, en España, voy a mostrar dos claros ejemplos que desmontan de una manera rotunda la legitimidad moral y real de aquellos que abanderan las directrices, en ambos casos nefastas, que tienden a encauzar nuestras existencias.

El primer ejemplo es el del gobierno del Estado con un presidente, Mariano Rajoy, que se siente fuerte porque, en base a la ley electoral, dispone de un respaldo en el Congreso de los Diputados tan amplio que cual rodillo, se permite pasar por encima de la voluntad del 68,42% de los integrantes de un censo electoral que no le ha votado.

Mi afirmación se basa en el análisis de los resultados electorales del 2011 (Congreso de los Diputados), a través de una óptica muy distinta a la que una vez tras otra, las instituciones se empecinan a presentarlas como dogmas.

Aquí van los datos:



En la imagen puede verse, sobre fondo salmón, los datos publicados por el Ministerio del Interior y sobre fondo verde mi propia interpretación de los mismos datos pero otorgando una representación basada en la proporción directa al número de electores.

Pues bien, según este último escenario podríamos observar que la cruda realidad es que el partido que en esta legislatura nos ha colocado al presidente del Gobierno, en realidad sólo representa al 31,58 % del electorado de nuestro país. Que los partidos que representan opciones nacionalistas, y esto no es nada nuevo, están sobre representados en el Congreso de los Diputados en perjuicio de formaciones sensiblemente más votadas en el conjunto del Estado. Por otra parte, se puede ver como casi un millón y medio de electores se quedan sin representación y como la abstención, de tenerla en cuenta, implicaría que 99 sillones vacíos les recordaría a sus señorías que no deben olvidar a esos casi diez millones de ciudadanos que por diversas razones no han confiado en el sistema electoral actual.

El segundo ejemplo que voy a mostrar es el correspondiente al parlamento catalán,



Aquí la realidad es aún más sangrante, los partidos sin representación así como la abstención, sumarían, en un sistema proporcional, la friolera de 51 escaños, llegando casi a duplicar el porcentaje de votos obtenidos por el partido más votado. Por otra parte, también resulta particularmente decepcionante ver como unos partidos que representan a menos de un 37% del censo electoral están llevando a la sociedad catalana a lo que podría convertirse en una cruel diáspora.

La política ganaría mucho si nuestro sistema electoral fuese modificado de forma que los ciudadanos eligiésemos a nuestros representantes por sus nombres y apellidos, si la representación se ajustase a un sistema proporcional y si se arbitrasen fórmulas para que no se ninguneasen los millones de votos sumados por partidos minoritarios y abstencionistas.

No voy a añadir mucho más, los datos hablan por si solos, pero si es necesario alertar que lo que la ley legitima es aberrante.

JC

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