Monumental ha sido la cobra que los
electores le han hecho al Partido Popular de Pablo Casado, esta desafección,
materializada en las elecciones generales del 28 de abril, no ha llegado de
forma súbita, ha sido algo que ha ido forjándose poco a poco a partir de la
escandalosa conducta establecida en el partido y a la gestión de una crisis
económica global a la que se decidió hacerle frente cargando el sacrificio,
casi y exclusivamente, en la ciudadanía.
Consumada la moción de censura que apartó
al sr. Rajoy de la Moncloa, la actitud de no pocos dirigentes del partido popular,
más propia de infantes que de personas elegidas para el desarrollo de políticas
que mejoren la convivencia en España, va produciendo hastío en sus propios
votantes, y no digamos ya, en los que no les votamos. El pacto y el acercamiento
a Vox, primero desde la junta de Andalucía y durante la campaña electoral,
bebiendo de sus tesis, ha sido posiblemente lo que ha puesto los pelos de punta,
de terror, a cualquier demócrata.
La desorientación de la dirección del
partido popular, una vez convocada la ciudadanía a urnas, fue tal, que,
pensando en que no tenían materia gris suficiente entre sus filas, procedieron
a realizar una serie de fichajes estrella, más desafortunados que serios, desde
los cuales creían que podrían llamar la atención de sus votantes, sin tener en
cuenta el escaso valor real que se aportaba. En este sentido también tomaron la
decisión de potenciar a determinadas personas, populares de toda la vida, cuyas
declaraciones públicas han producido sonrojo, tanto en propios como en ajenos.
El cénit de la pérdida del norte se
produce inmediatamente después de las elecciones con unas declaraciones en
rueda de prensa de Pablo Casado, flanqueado por Teodoro García Egea y Adolfo Suarez
Illana, en la que conmina a Ciudadanos y Vox, partidos que obtienen espectaculares
resultados electorales, a reflexionar sobre la que han liado por fragmentar el
voto de la derecha. Sinceramente, los tres protagonistas parecían un trio de enterradores
más que los propios muertos.
Dicho lo anterior, me permito, a modo de
brújula, exponer los siete puntos por los que, desde mi entender Pablo Casado y
todo el partido popular han cosechado los peores resultados electorales de su
historia. Me permito, decía, darles orientación debido a que el exterior
permite más objetividad y creo, sobre la base de las manifestaciones desde el
partido, que el árbol no les deja ver el bosque.
Estos son los siete puntos sobre los que
Pablo Casado y la ejecutiva del PP deben poner atención:
1. Contención
de la extrema derecha y del tardo franquismo: una de las virtudes del partido popular del pasado
era su capacidad para tener “controlados” a todos aquellos elementos fieles a postulados
totalitarios, se consideraban, de alguna forma, arropados por el partido en el
que recalaron los vástagos de la dictadura. Con el tiempo éstos sintieron
desafección y salieron del armario, pero fueron tantos que comenzaron a ser un
peligro y Casado y sus seguidores, pensando en atraer a aquellos que ya habían
perdido, decidieron dar un paso hacia la extrema derecha. Esto ha provocado la
huida de aquellas personas que no se sienten identificados con absolutistas y
nostálgicos del franquismo.
2. Maltrato
a los asalariados: las
crisis son malas para todos, quizás menos para los que ostentan el poder, y
esta crisis de la que no acabamos de recuperarnos, ha sido, por mor de las
medidas establecidas por el partido popular, especialmente agresiva para los
asalariados. El partido popular realizó una reforma laboral que deja a los
asalariados en manos de la falta o la existencia de escrúpulos empresariales.
Se cargaron los convenios colectivos, se despide estando de baja, los sueldos mínimos
son tan míseros que no permiten que una persona que trabaje cuarenta horas a la
semana pueda mantenerse por si misma. No fueron capaces de atajar las malas
prácticas laborales de los empresarios. En un país donde no hay empleo, y se penaliza
la edad, se recortan ayudas. Se tolera la proliferación de autónomos que tienen
un único pagador. En definitiva, para los asalariados, el partido popular es
sinónimo de precariedad y falta de garantías laborales.
3. Inexperiencia
algunas de las caras más expuestas a la opinión pública: aunque el declive de los populares comienza
en las postrimerías del liderazgo de Aznar, es tras la celebración de las primarias
del partido, que finaliza con el “alzamiento” de Casado en la presidencia,
cuando el electorado comienza a pensar seriamente que la opción popular no los
representa. La falta de experiencia y el alejamiento de la realidad vital de la
inmensa mayoría de la población española, representada por Casado, García Egea,
Andrea Levy, Díaz Ayuso, Suarez Illana, por nombrar unos cuantos, genera una
serie de decisiones incomprensibles y con determinado tufo revanchista contra todo
lo que tenga relación con la anterior relación. Entre esas decisiones se pueden
destacar la exclusión de militantes sobradamente preparados y con experiencia,
la inclusión en listas electorales de personas con tirón mediático pero que
quedarían como mero ornamento (Juan José Cortes, el torero Abellán) prescindible
en la política.
4. Abominable
actitud de no pocos diputados populares que tomaron el congreso de los diputados por un
espacio tabernario ha dado tal pátina de macarrismo a ese partido durante tantos
meses que ha llegado a asquear a no pocos de sus fieles votantes. Esa actitud de
matones se prolongó durante toda la campaña electoral generando el efecto
contrario al perseguido. Los medios, por su parte, ante la falta de propuestas
y programa, enfatizaron la desafortunada actitud de los candidatos.
5.
Ausencia de liberalismo e Imposición ideológica:
por estos motivos se han
traspasado no pocos votos desde el PP a Ciudadanos y PSOE. El partido popular
no ha sabido entender lo que en realidad significa liberalismo y lo ha
sustituido con poner en manos de sus acólitos muchas partes del pastel, que
blindaban bajo contrato y prometían dinero público para compensar la pre sabida
inviabilidad del negocio que ofrecían. Por otra parte, los populares, cuando
han gobernado y de acuerdo con las manifestaciones de su líder, se olvidan de
que una nación se compone en base a una gran diversidad de personas y gobernar
y legislar únicamente para sus votantes es un ejercicio de irresponsabilidad y
desprecio. Los gobiernos en general y los liberales en particular deben ejercer
el mandato obtenido desde la ciudadanía con la menor intromisión posible en la
libertad individual, esto es especialmente importante en los campos de la
religión repetando el estricto laicismo del Estado, la libertad sexual, la
libertad educativa, el respeto al sentimiento regional, el derecho de las
mujeres a elegir el mejor momento para ejercer la maternidad o renunciar a ella,
la aceptación de la diversidad familiar, etc. Los gobiernos han de ser asépticos
y no deben intentar influenciar ideológicamente dejando libertad de decisión,
dentro de la ley, a los gobernados.
6. Corrupción
en las prácticas del partido y para el enriquecimiento personal: aunque esto parecía haber sido
amortizado en anteriores comicios, las recientes sentencias en la que ya se da
por demostrada la corrupción del partido y de algunos de sus dirigentes, unido
a las investigaciones sobre la indecente policía política, muestran un panorama
de indignas prácticas de juego sucio llevadas a cabo por católicos dirigentes
populares. Estas inmorales actitudes y actuaciones, que aunque no son
directamente achacables a la nueva dirección, no han tenido una respuesta dura y
contundente en forma de expulsión, de los que actores principales, a día de hoy
los presuntos continúan cobrando sueldos que pagamos todos los españoles.
7. Desprotección
social y Desprecio a los servicios públicos: aunque desde el partido popular se niegue una y diez
mil veces, en España hay hoy más pobres que hace diez años. Mientras hay
personas y familias sin recursos para poder vivir dignamente, los gobiernos del
PP han compensado generosamente a empresas que sabiendo que firmaban contratos de
los que no era posible obtener beneficios mediante la actividad regular, aceptaban
por incluir cláusulas de indemnización que les permitiese hacer dinero fácil,
como ejemplo se pueden citar adjudicaciones de autopistas, hospitales, fracking,
favores a eléctricas, comunicaciones, etc. Alergia también tiene el PP a la
gestión pública, la privatización de servicios ha provocado un descenso en la
calidad de los mismos, cuando no poner en manos privadas recursos naturales
como pueden ser el agua, el viento y el sol.
La situación de España no ha sido,
durante la última década, favorable para la mejora de la calidad de vida de sus
residentes, los verdaderos afectados por la crisis y los verdaderos soberanos
del país, pero es una realidad sin discusión que una serie de decisiones encadenadas
del PP contra la sociedad y a favor del verdadero mandatario mundial que es el
dinero, ha generado adversión al partido de las derechas moderada y extrema
tras lo cual comienza la descomposición y la lucha fratricida.
JC
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