Correo Electrónico vs Tradicional
¿EL COMERCIO ELECTRÓNICO DESTRUIRÁ NUESTRAS REDES DE
VENTA?: esta es mi respuesta a la interesante pregunta emitida por Francisco
Pitarch Tena a través de Linkedin
Mi bola de cristal es muy mala y no llego a ver
claramente la trayectoria que a largo plazo "nuestras redes de
ventas" pueden tomar, pero para empezar, no sin polémica, comenzaré
diciendo que desde mi punto de vista, el comercio electrónico es una de esas
redes, o canales, en los que se apoyan las compañías para incrementar su
facturación. Con esta afirmación quiero desde el principio dejar claro el hecho
de que el comercio electrónico forma parte de las redes de venta.
Dicho lo cual, y pensando en que posiblemente el
emisor de la pregunta esté planteando la necesidad de la interacción personal como
vehículo para el mantenimiento y/o incremento de las ventas; a continuación
dejo, de la manera más escueta posible, mi percepción al respecto.
En primer lugar hay que tener en cuenta la información
y la capacidad que tienen los compradores actuales del acceso a la misma. El
comprador actual, normalmente, antes de salir a la caza real del producto, se
ha procurado toda la información posible sobre las ventajas y desventajas de
adquirir el bien ofertado por tal o cual marca (compañía), ha comparado
distintas opciones y su decisión únicamente está pendiente de detalles mínimos
que posiblemente dirimirá mediante la asistencia de un "profesional"
(las comillas no son baladíes).
Con esto quiero decir que cuando el consumidor ya sabe
lo que quiere, su fidelidad a una determinada marca y/o su único interés se
enfoca en conseguir el producto necesario al menor coste posible, el comercio
electrónico, el canal internet, en la inmensa mayoría de los casos será el rey,
sin lugar a dudas.
Cuando el consumidor busca cubrir una necesidad pero
no conoce cuales pueden ser los productos más adecuados, el consumidor no se
siente confortable navegando por internet, el consumidor no cuenta con el
hábito de usar un ordenador, tablet, etc., o simplemente el desembolso que debe
hacer es alto y prefiere comprar “in situ” para conocer a quien está recibiendo
ese dinero que con tanto esfuerzo ha conseguido, posiblemente, huir del comercio electrónico
será una buena opción.
Ahora bien, ¿qué desventajas nos encontramos cuando
compramos “in situ” en comparación con el “comercio electrónico”?, veamos
algunos ejemplos:
· El vendedor no conoce tan bien como nosotros el
producto que él está vendiendo y que nosotros necesitamos comprar.
· No somos capaces de decirle que no al vendedor, esto a
veces, nos provoca una decisión no reflexionada y que no se ajusta del todo a
nuestra necesidad.
· El precio del producto es sensiblemente superior al
que nos cobran en tal o cual portal de internet.
· Perdemos mucho tiempo, sobre todo en las grandes
ciudades, visitando varios establecimientos para comparar precios. Este tiempo
perdido será mucho mayor si acudimos a centros comerciales ubicados en los
extrarradios de las ciudades, que nos obliga a utilizar el coche como medio de
desplazamiento, donde nos vamos a encontrar aglomeraciones y en los cuales, la
atención personal, en la mayoría de los casos, por falta de instrucción, de los
vendedores va a dejar mucho que desear (piénsese que las grandes cadenas
comerciales asumen el hecho de que el consumidor tienen una idea clara de lo
que quiere y que por lo tanto el dependiente únicamente tiene que ponerle el
producto en la mano al cliente y con la otra mano recoger el dinero correspondiente).
· Si el producto comprado no está disponible en el mismo
momento en el que procedemos a su compra, el tiempo de entrega a domicilio es,
o puede ser, muy superior a lo que lo nos ofrecen desde internet. Además, si el
comercio establece un cargo o un importe mínimo de compra, la desventaja de
comprar “in situ” es más que palpable.
Por el contrario, ¿qué nos puede hacer rechazar el
“comercio electrónico” en comparación con la compra “in situ”?, podríamos decir
que:
· En muchos de los casos no sabemos a quien compramos,
esto nos crea inseguridad, sobre todo teniendo en cuenta que el 90% de las
compras electrónicas se pagan antes de que recibamos el producto.
· No tenemos la posibilidad de tocar y sentir el objeto
que queremos comprar, ver su tamaño, su forma real, disponer de algo más que de
una fotografía (en todas las dimensiones que se quiera).
· En muchos casos, la falta de una política clara y
rápida de devolución del importe en caso de que no quedemos totalmente
satisfechos con el artículo comprado. Si tenemos en cuenta que el coste de los
portes de devolución corren por cuenta del comprador, se añade un hándicap más.
· En caso de que las existencias hayan sido agotadas,
los plazos de entrega se extienden más allá de lo comprometido y genera
insatisfacción.
· No existe la posibilidad de consultar con personas, y
véase que no utilizo la palabra vendedor, que puedan resolvernos las posibles
dudas que podamos tener, en consecuencia, se trata de una compra fría y
despersonalizada.
· Determinados portales (por ejemplo los de
espectáculos) cargan unos gastos de gestión desproporcionados que hacen que
cada día más usuarios se planteen dejar de utilizarlos.
Sobre este último punto de los portales que venden
entradas para espectáculos, parece contradictorio que las sinergias obtenidas
por la venta “sin fronteras”, no jueguen a favor de los consumidores
permitiendo que estos no se vean grabados por su uso. Si el comprador
cibernético está siendo penalizado, ¿por qué las taquillas no son capaces de
atraer a los asistentes?
Para finalizar y, ahora sí, en respuesta a la
interesante pregunta planteada por Francisco, mi opinión es que el comercio
electrónico no destruirá las redes de ventas, simplemente, al formar parte de
ellas, las complementará (de hecho ya las complementa). Otros canales de venta
pueden verse perjudicados pero no por el posible auge del comercio electrónico
sino por la falta de atracción que paulatinamente vienen teniendo los canales
tradicionales debido a la bajada en la calidad de los servicios ofrecidos a los
compradores.
Será necesario revisar esos canales tradicionales,
reflexionar sobre su pérdida de clientes y añadir en los mismos prestaciones
adicionales que hagan atractivo para el consumidor acudir nuevamente al
comercio. Mientras esto no se aborde es muy posible que la percepción de que el
comercio electrónico destruye las redes de venta sea tema de debate. Mi
percepción es que los canales tradicionales no son capaces de mostrarse más
cercanos y útiles que el electrónico.
Nota personal: Como comprador y consumidor, utilizo el
comercio electrónico para muy pocos productos que no puedo adquirir en persona
y el noventa y ocho por ciento de mis comprar, porque tengo facilidad para
ello, las realizo en mi propio barrio y sin necesidad de trasladarme a los
extrarradios. Sufro el deterioro del servicio en los comercios pero aún así
confío que algún día mejorará.
JC
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