Sobre CRÓNICA DE MEDIOCRES

Lo he llamado Crónica de Mediocres porque creo que la mediocridad es una de las palabras que mejor definen el momento en el que vivimos. La vida pasa deprisa, las oportunidades también y entre ambas dos no hay tiempo para mejorar nada, es más, lo mejor penaliza, no se compra, la calidad se desprecia.

He elegido esta foto porque de alguna forma refleja lo antedicho, primero porque está algo borrosa, no se ve con claridad, y segundo porque para mi, esa araña es la representación de la mediocridad y su tela es el entramado en el que los mediocres caerán, caeremos, y desde la cual impedirá que escapemos, sólo unos pocos conseguirán salir, seamos nosotros.

Espero que os guste y para hacerlo más atractivo, podéis dejar vuestros comentarios picando en el título de cada entrada.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Crónica de Mediocres 47


 

A finales del mes pasado, un grupo de amigos, y amigas por supuesto, estábamos en un bar, celebrando el final de las vacaciones y el hecho de que después de casi tres semana juntos, por fin íbamos a descansar encontrando esa paz que solamente la soledad, relativa, es capaz de proporcionarnos. El grupo, por un no preestablecido pacto de concordia y buen entendimiento, no suele hablar ni de política, ni de religión y por supuesto tampoco de economía, quizás ésta última sea la materia que más esquivemos, intentamos evitar pedirnos dinero los unos a los otros con el fin de que prevalezca, durante el mayor tiempo posible, esa amistad que durante lustros hemos mantenido.

Bueno, el caso es que como llevábamos muchas horas de jarana y habíamos acabado con todas las cervezas, vinos y bebidas espirituosas (tengo que aclarar que yo únicamente bebí agua), las neuronas les patinaban a todo el mundo y aquello de lo que, en condiciones normales, siempre habíamos evitado, se coló de rondón y comenzó a dar vueltas en las maltrechas cabezas que, animadas por los líquidos brebajes, enviaban mensajes, de lo más variopintos, a través de unas bocas de las que no se sabía si lo peor era lo que entraba o lo que salía.

La pregunta sonó como un campanazo, a aquellas horas de la mañana retumbó como si sobre cada uno de nosotros, cubriéndonos medio cuerpo, la campaña más grande jamás imaginada, con el badajo más grande nunca fundido, hubiese sido golpeada con una energía similar a la generada por el más terrible de los terremotos que haya sufrido nuestro maltrecho planeta Tierra. No sabemos quien la pronunció, también ignoramos con que intención lo hizo, el caso es que aquello de: ¿qué pensáis de los “Mercados”? alborotó una reunión que ya estaba a punto de finalizar y que debido a la insensatez de no sabemos quién, se prolongó otras 24 horas más. Todavía recuerdo como las fuerzas de seguridad fueron reduciéndonos, no sin esfuerzo, creyéndose que se enfrentaban a un grupo antisistema de esos que, rayando en el terrorismo, ha estado soliviantando a los gobernantes de un tiempo a esta parte.

Como ya dijera antes, yo me encontraba totalmente sobrio y cual notario, ya que había ingerido solamente agua (algunos me dijeron que había sido –ardiente), fui mentalmente tomando nota de las espontáneas respuestas que sobre los mercados de capitales, mis amigos (mujeres y hombres) emitieron. Yo, como soy simple, no me atreví a soltar palabra, pero tengo que reconocer que suscribía todas y cada una de las opiniones que se vertían.

Hoy, y antes de que la memoria me juegue una mala pasada, dejo en esta “Crónica de Mediocres” mis recuerdos al respecto. Sobre el nombre de mis amigos perdonadme que no los publique porque, como ya dije al principio, ni hablamos de política, ni hablamos de religión, ni hablamos de economía. Por cierto, las copas, como fuimos disueltos, nos salieron gratis

Bueno, puestos en contexto, aquí dejo un más que fiel reflejo de lo comentado en aquellas horas de frenesí que compartieron un conjunto de personas muy queridas entre ellas, se decía que:

1.    Los mercados son insaciables, cuanto más dinero tienen más quieren.
2.    Los mercados son insolidarios, todo lo quieren para ellos.
3.    Los mercados son espíritus, nadie es capaz de verlos.
4.    Los mercados y las bolsas, son el fiel reflejo de la dictadura de la cotización y la rentabilidad.
5.    Los mercados son olvidadizos, anualmente se ponen a cero y no recuerdan las rentabilidades anteriores.
6.    Los mercados son ladinos asesinos, muchas personas se han suicidado por especulaciones.
7.    Los mercados son mafiosos, extorsionan para obtener los rendimientos que quieren.
8.    Los mercados son gobiernos ya que los mandatarios asumen sus postulados
9.    Los mercados son señores feudales, se apoderan de las riquezas que otros generan
10. Los mercados son enfermos mentales, son capaces de aniquilarse a si mismos por pura avaricia.
11. Los mercados son inmorales, se reparten el 80% de las riquezas para repartirla entre el 5% de la población.
12. Los mercados no tienen ética, mienten, medran, oprimen, esclavizan, humillan, difaman y cuarenta mil adjetivos negativos más, para conseguir más y más y más, dinero.
13. Los mercados son ciegos, nunca ven el sufrimiento ajeno
14. Los mercados son criminales, asaltan, violan, roban, matan, secuestran (incluso a países) y más
15. Los mercados son quejicas cuando alguien los intenta controlar
16. Los mercados son doctores en derecho que aprovechan la fragilidad de las leyes para burlarlas en cuanto puedan.
17. Los mercados son cobardes, se ocultan detrás de caretas para no ser identificados públicamente.
18. Los mercados son sádicos sodomizadores de una sociedad con la que únicamente comparten el aire.
19. Los mercados son repugnantes y sin escrúpulos, hurgan entre la mierda, el dolor, la debilidad y de todo ello hacen dinero.
20. Los mercados son avaros, atesoran y atesoran sin tener en cuenta que nunca serán capaz de gastar ni el 1% del botín que, como buenos piratas, han obtenido.
21. Los mercados son proxenetas,  con su “prima” compran a los gobiernos
22. Los mercados son envidiados por gentes sin escrúpulos que persiguen los mismos objetivos de enriquecimiento en el más corto plazo posible.

Y después de haber puesto en negro sobre blanco los abruptos disparates generados desde el frenesí de la fraternidad, no se me ocurrió otra cosa que compartirlo con aquellos que tanto quiero y con los cuales tan buenos momentos paso, la respuesta unánime recibida fue: “Esto es imposible, recuerda que nunca hablamos ni de política, ni de economía y mucho menos de religión, ¿no lo habrás soñado?”

Me callé, me di la vuelta y me dije, puede ser, pero, ¿por qué no compartirlo?

JC

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