Para
mis amigos y ciberamigos
Esta septuagésima Crónica de Mediocres
está especialmente dedicada a mis amigos de Facebook, a las más de ciento diez
personas con las que estoy “conectado” y con las que comparto toda la
sinceridad que mi pudor me permite. Concretamente tengo ciento doce amistades
facebusianas y a ninguna de ellas ha sido el azar quien me ha llevado a
solicitarles estar en contacto, y a ninguna de ellas me ha llevado la necesidad
de engrosar números, para aceptarlas en mi reducido y querido círculo de
cibernéticas amistades. A todos mis amigos y amigas de Facebook, excepto a seis
de ellos, los conozco personalmente, en otras palabras, he tenido relación
personal con casi todos y es por ello, y por la calidad humana que me han
demostrado (y espero que sea recíproco), que quiero y me apetece continuar en
contacto aunque sea a través de esa delgada línea de enlace que es la internet.
Más allá de Facebook, a través de otras
redes sociales, mantengo contacto con casi un millar de personas, pero con ésas,
tengo que reconocerlo, las razones con más espurias y, sinceramente, no voy a
dar más detalles.
Facebook, entre todas las redes sociales
es para mi, por lo anteriormente dicho, donde se produce la verdadera
concentración de personas con las que siento determinada connivencia en cuanto
a sentimientos. Es quizás por esto que suelo mostrar, a través de este medio,
mis inquietudes, temores y convicciones. En el ámbito de esto último, y debido
a que afecta directamente a
planteamientos políticos, pido a mis amigos de Facebook que no duden en
“silenciarme”, y que acepten mis disculpas, si en algún momento he podido
violentar la sensibilidad de alguien.
No pretendo, bajo ningún concepto, querer
imponer mis tesis, con lo que escribo simplemente quiero compartir el modo en
el que veo lo que me rodea y me afecta. Acepto y promuevo, seguramente en base
a la educación recibida de mis padres, la libertad de pensamiento y la firme
convicción de que cada persona debe vivir siguiendo el camino trazado por ella
misma, sin que nadie tenga derecho a coartar la libertad de los demás, más allá
de lo que las leyes establezcan.
Recuerdo como una buena amiga me decía,
después de casi veinte años de amistad, “aún no sé como piensas”, en relación a
mis propios ideales; me pareció, tras analizarlo, algo extremista tanta asepsia
política por mi parte y ello me llevó a no volver a dejar en mi interior
aquello que tengo plenamente presente en cada uno de mis momentos vitales.
La vida es convivencia y la convivencia es
saber aceptar la diversidad en el más amplio sentido de la palabra y, la
amistad es quizás la más excelsa representación de la convivencia.
A mis amigas y amigos de Facebook.
Juan Carlos
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