Desvergüenza Total
Nuestros políticos son “maravillosos”, lo están
consiguiendo, su nivel de popularidad y en consecuencia la valoración, según
las encuestas del CIS (barómetro abril 2011), que los ciudadanos hacemos de
ellos, les ha llevado a ser considerados (concretamente a “La clase política,
los partidos políticos”), el quinto problema que más nos afecta personalmente.
Pero ellos ya lo saben, aguantamos todo, o casi todo.
A lo mejor, el día en que su desvergüenza sea total e intenten ponernos
directamente la bota en el cuello o meter sus “delicadas” manos en nuestros
bolsillos, a lo mejor, decía, ese día comenzaremos a revolvernos, a ponerle
freno a ese desprecio que nos muestran. Entonces será cuando digamos: no me
quieras sólo en época electoral, quiéreme y mímame también los cuatro años
siguientes.
Estos días hemos visto como otro grupo de ciudadanos,
que también, al igual que los políticos, están muy lejos de la sociedad,
privilegiados ellos, se han revelado. Sólo tres personas han conseguido
incomodarles un poco, no mucho, lo suficiente como para haberse dado cuenta de
que incordiar al poder judicial puede generar ruptura, que puede ser muy grave.
Estamos acostumbrados a ver como jueces, magistrados y
fiscales son atacados, sutilmente la mayoría de las veces, directamente en
otras ocasiones. Los políticos, los mediocres por supuesto, son descaradamente
metijones y dependiendo de la situación sobre la que los tribunales tengan que
manifestarse, intentan demonizar las consecuencias de todo fallo que no se ajuste a sus
intereses, ideología y rédito electoral.
Pues ahora, tres magistrados, o para ser más correcto,
una magistrada y dos magistrados , del Tribunal Constitucional han dicho basta,
les han dicho: señorías, nuestro mandato como miembros del Tribunal
Constitucional se ha acabado, estamos fuera de la ley y ustedes tienen la
culpa, acaten la Constitución, pónganse a trabajar, lleguen a acuerdos y
renueven este maltrecho y desprestigiado Tribunal. Esto puede ser el inicio de
algo importante, el tiempo lo dirá.
Todavía falta mucho hasta que fiscales y magistradas,
y magistrados, del Tribunal Constitucional pierdan la servidumbre que
actualmente tienen para con los políticos, pero
con suerte, si éstos siguen maltratándolos, a lo mejor exigen ser
totalmente independientes y los ciudadanos podemos disponer de un poder
judicial más independiente que el actual.
Los ciudadanos por nuestra parte debemos gritar bien
alto que queremos un Poder Judicial (Fiscalía y Tribunal Constitucional)
totalmente independiente, un Poder Judicial que en sus deliberaciones y fallos
no tenga que preocuparse de no pisarle los callos a quien lo ha elegido, un
Poder Judicial que grite y pida, y que no ceje hasta conseguirlo, todos los
medios necesarios para que de una vez, en España, podamos decir que hay
Justicia, sí con mayúsculas.
JC
Publicado el 15 de junio de 2011
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