Publicado el 11 de febrero
de 2012
De todas las crónicas de mediocres que hasta la fecha
llevo escritas, esta, de momento, es la que mejor recoge el espíritu mediocre
de los políticos españoles. Si José Luis Rodríguez, a mi entender y aún
habiendo tenido algunas actuaciones positivas, ha sido un mal presidente, lo
que se nos echa encima con Rajoy, puede ser más negativo aún que lo que nos
trajo su antecesor.
El gobierno de Mariano Rajoy nos ha brindado a todos
los asalariados españoles, el dudoso honor de ser su centro de atención ya que,
en menos de dos meses, por dos veces hemos sido tocados por su varita mágica,
haciéndonos partícipes únicos de la gran regeneración económica de España. Sí
amigos asalariados, nosotros, los que dedicamos nuestro tiempo a trabajar para
llenar los bolsillos de aquellos que nos emplean, nosotros, los “recursos” que
entregamos lo mejor de nuestras vidas a producir beneficios para otros, somos
para este gobierno sin norte, la panacea: los tontos a los que se les sube el
impuesto de la renta y los parias que tienen que perder una parte sensible de la
posible indemnización por un despido improcedente.
Todos conocemos el alto grado de defraudación a la
hacienda pública que hay en este país de pícaros, algunos se han aventurado a
estimarla y dicen que puede estar por encima del 30% del PIB. Fontaneros,
albañiles, escayolistas, médicos, fisioterapeutas, abogados, sicólogos,
dentistas, comisionistas, arrendadores, agricultores, ganaderos, tenderos,
hosteleros, prostitutas y un largo etcétera de actividades económicas, tienen
unos porcentajes altísimos de defraudación al fisco que ninguno de los
gobiernos, hasta la fecha, ha querido hacer frente, posiblemente porque sea más
fácil exprimir al asalariado flagelándoles con impuestos leoninos, a establecer
un control real de los flujos dinerarios que, sin ninguna duda, deberían de
traducirse en el levantamiento de grandes volúmenes de dinero por los que se
tributaría.
Esta gente, y me estoy refiriendo al gobierno, han
dado por sentado que los grandes males de nuestro país somos los productores,
los trabajadores. Por un lado pagamos pocos impuestos, en consecuencia nos los
suben, por otra parte tenemos demasiadas ventajas sociales que hay que
recortar, para ello ya nos amenazan con el copago sanitario (sí vale, esto es
cosa de las autonomías, pero el gobierno español no legisla para evitar los
desmanes de los autonómicos), determinadas autonomías niegan asistencia
sanitaria para ciudadanos de otras comunidades y ahora, como hay que crear
empleo, los populares dan a los empresarios, vía rebaja de indemnización por
despido, carta blanca para destruir más empleo.
Hasta la saciedad hemos oído durante este mes y medio
la zozobra que le produce al gobierno el paro en España, y para evitar que suba
bajan el coste de los despidos. O soy muy tonto (no me tengo por tal) o la
relación va a ser directa: despido más barato – aumento del paro. Los sueldos
en España son de los más bajos de Europa, hasta la fecha la única ventaja que tenemos
aquí los trabajadores es disfrutar de una compensación, por años de servicio,
en caso de despido improcedente. Digamos que es una forma sui generis de
obligar a los roñosos empresarios a compartir beneficios con sus
empleados.
Este gobierno, y creo que ninguno, todavía no se ha
enterado de que ellos nunca van a crear empleo (todo lo contrario ya veremos
que hacen con los interinos de la administración), que el empleo lo van a crear
los empresarios siempre que encuentren las condiciones necesarias que
garanticen el rendimiento de sus inversiones, aquí es dónde los gobiernos
pueden ayudar, pero claro, para eso habría que pensar y eso es fatigoso.
JC
Publicado el 11 de febrero de 2012
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